domingo, 15 de julio de 2007

Introducción

Identificar las casas en zonas de playas o de montañas, es una antigua manera de elegir una grifa, que permita dar con su ubicación, a quienes se acercan a ellas.

En las ciudades en cambio, una correcta nomenclatura y numeración correspondiente, posibilita la dirección exacta de una residencia particular o comercial, así como de diversos edificios.

En ciudades balnearias o villas campestres, ubicar una propiedad, resulta sumamente engorroso, debido a la falta de nombres y números en sus vías. Es preciso entónces, dar un nombre a la casa-habitación, que permita encontar la morada rapidamente a la visita, al cartero, a proveedores, servicios médicos, etc.
Pero además, designar con un nombre al chalet que habitamos permanente o temporalmente, es de vital importancia, ofreciéndonos un gratificante sentido de pertenencia.
Casi tan relevante como elegir el lugar, planificar y proyectar una vivienda, es sin duda, darle un nombre propio. De la misma manera que, pensamos el nombre deseado para el hijo que va a nacer, escogemos el más apropiado para la casa que adquirimos como bien personal, o para la familia; independientemente de su tamaño, comodidades, o valor. Éste tendrá el sello personal, así como la identidad de nuestro clan.

Desde mi infancia, cuando pasaba mis vacaciones en el balneario Parque del Plata, departamento de Canelones (Uruguay); solía ir leyendo los nombres de los distintos chalets que quedaban a mi paso.
Es así como me iba familiarizando con algunos elegidos: "Ave María", "Los Laureles", "El Ceibo", "Riviera", "La Tribu", "Ana María", "Mi sueño", etc., que quedaron en mi memoria por siempre.
Sus construcciones reflejaban distintos estilos, épocas y proporciones. Los nombres se escribían de distinas formas; algunos con mano artesanal, pintados sobre piedra rústica o simplemente en un tronco de madera. Otros más elaborados, esculpidos en piedra sobre la pared, o en hierro forjado, a un lado del pórtico principal.

Siempre tuve la curiosidad de saber el verdadero motivo que les llevó a elegir un nombre original. Así mismo , el ferviente deseo de conocer a los tituladores de las casas y su eventual fuente de inspiración.

Con los años, participé en algunos nombres que lucieron las distintas fincas de la familia y así pude apreciar muy de cerca, el valor real, que éste acontecimiento significa en la historia del lugar.

Pretendo ahora, hacer un relevamiento, de algunas residencias de Punta del Este, comenzado por la zona de Pinares, (donde vivo hace más de dos décadas), e investigar el origen del nombre de cada una de ellas.
De esta manera, no quedarán perdidas (lost) sobre un tronco, o una piedra, y nos guiarán en nuestro paseo virtual.